autorretrato en espejo convexo iv











Este viento trae lo que ignora, llega
autopropulsado, ciego, sin noción alguna
de sí mismo. Es una inercia que una vez
reconocida socava toda actividad, secreta o pública

pulso normal, respiración normal. Al ser una metáfora
hecha para incluirnos, somos parte de ella
y podemos vivir dentro de ella como de hecho vivimos
aunque sabemos que nunca podrá ser aleatorio
que nuestras mentes queden desnudas para interrogar
sino que habrá de ocurrir con un orden que no supone amenaza
para nadie – en el modo normal en que se hacen las cosas,

me devuelve tu rostro: el instante

ajustarse a un lugar significa “morir”

pero es cierto
que lo bello solamente se muestra en relación a una vida
específica, experimentada o no, encauzada hacia una forma

hoy se abate la luz con el mismo entusiasmo
que conocí en otro sitio y comprendí el motivo
de su sentido aparente, de que otros sintieran
hace años lo mismo. me empeño en consultar
este espejo que ya no es mi espejo
busacndo la porción de fresco vacio
que ahora me corresponde. Y el jarrón siempre está lleno
porque solo queda ese espacio preciso
y lo acoge todo. La muestra
que uno ve no debe ser tomada
como tal, sino como todo
lo que quepa imaginar fuera del tiempo – no como un gesto
sino como todo en estado refinado, asimilable.
Pero ¿adónde nos lleva este umbral del universo
a medida que gira y oscila hacia dentro, hacia fuera,
negándose a cercarnos pero siendo
lo único que vemos? El amor una vez

Pero el aspecto
que algunos portan como señal hace
que deseemos seguir avanzando sin prestar
atención a la aparente ingenuidad del intento,
sin reparar en que ya nadie escucha, pues la luz
ha iluminado sus ojos de una vez por todas
y comparece, incólume, constante anomalía,
despierta y silenciosa. Sobre su superficie
no hay razón especial para que el amor
sea enfocado por esta luz






marianne brandt





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