Este viento trae lo que ignora, llega
autopropulsado, ciego, sin noción alguna
de sí mismo. Es una inercia que una vez
reconocida socava toda actividad, secreta o
pública
pulso
normal, respiración normal. Al ser una metáfora
hecha para
incluirnos, somos parte de ella
y podemos
vivir dentro de ella como de hecho vivimos
aunque
sabemos que nunca podrá ser aleatorio
que nuestras
mentes queden desnudas para interrogar
sino que
habrá de ocurrir con un orden que no supone amenaza
para nadie –
en el modo normal en que se hacen las cosas,
me devuelve
tu rostro: el instante
ajustarse a
un lugar significa “morir”
pero es cierto
que lo bello solamente se muestra en relación a una
vida
específica, experimentada o no, encauzada hacia una
forma
hoy se abate
la luz con el mismo entusiasmo
que conocí
en otro sitio y comprendí el motivo
de su
sentido aparente, de que otros sintieran
hace años lo mismo. me empeño en consultar
este espejo que ya no es mi espejo
busacndo la
porción de fresco vacio
que ahora me
corresponde. Y el jarrón siempre está lleno
porque solo queda ese espacio preciso
y lo acoge todo. La muestra
que uno ve
no debe ser tomada
como tal,
sino como todo
lo que quepa imaginar fuera del tiempo – no como un
gesto
sino como
todo en estado refinado, asimilable.
Pero ¿adónde
nos lleva este umbral del universo
a medida que
gira y oscila hacia dentro, hacia fuera,
negándose a cercarnos pero siendo
lo único que vemos? El amor una vez
Pero el
aspecto
que algunos
portan como señal hace
que deseemos
seguir avanzando sin prestar
atención a
la aparente ingenuidad del intento,
sin reparar
en que ya nadie escucha, pues la luz
ha iluminado
sus ojos de una vez por todas
y comparece,
incólume, constante anomalía,
despierta y
silenciosa. Sobre su superficie
no hay razón especial para que el amor
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