injerto ij















I/IIIIII



la apariencia de lo real siempre se nos presenta con fisuras,
con alteraciones y dudas, como si la realidad misma no estuviese suficientemente fundamentada,
como si en ella siempre se instaurase una brecha problemática que el fantasma justamente viniese a ocupar,


El fantasma sería, así, lo que en definitiva es más real que la realidad misma,
lo Real mismo insoportable, una posición ciertamente inhabitable
con la que la realidad del espacio público no puede transigir.

















II/IIIIII


higiénica constitución en la comunidad de la elaboración de un recuerdo que ocupe el lugar de la ausencia

Objetos totémicos de valor simbólico, potencias silenciosas que daban forma y firmeza
a la comunidad,
conformaciones de una Ley extranjera pero familiar de antes de nuestro tiempo;
huellas, en fin, del Origen o fuerzas


la fantasmal representación del mundo
cuando ya no quedaba un mundo que diese sentido a la representación.





se apodera de todo espacio y seguridad



el lugar problemático, intersticial, del espectro











III/IIIIII



Una inminencia que evoca la voluntad inagotable de insistir que tiene lo real
establece, entonces, el desorden; abre un espacio y un periodo de vértigo y discontinuidad



son las llamadas de atención de algo que se niega a desaparecer
allí donde la noche de la humanidad sólo desearía la nada.
De manera que lo opuesto a la existencia no es la no existencia, sino la insistencia:
lo que habíamos considerado que había dejado de existir continúa en la dimensión espectral
insistiendo obscenamente, tendiendo, pues, con desmesura a la existencia.
El exceso fantasmal: lo indestructible.


o, digamos, el juego con lo desconocido que nunca se conforma en una identidad definitiva,
juego que a la vez es imposible parar, transgredir, como no se puede escapar a él.
Porque el Ser, quizás, no tenga otro objetivo o sentido que su desplazamiento,
su despliegue, la dispersión, su re-descomposición.











IIII/IIIIII




por ambigua mediación de la imagen,
por el recurso verdaderamente siniestro del doble o el reaparecido,
el cuerpo ausentado del mundo puede aparecer en una plenitud quizás nunca vista.
De este modo, si él es el camino que conduce al reverso del mundo,
lo será porque esta realidad se muestra en la figura por excelencia.


el doble es el que instaura la semejanza, cómo el fantasma es el que decreta la imagen y
el sentido que habremos de tener de las cosas, en su realidad esencial fuera del tiempo, y de nosotros mismos


el doble siempre se entiende de manera intuitiva como algo que tiene mayor realidad que el sujeto en sí mismo,
se hace problemáticamente evidente el efecto de diferencia incorregible que el doble o el fantasma introduce en lo real.
Un original doblado, multiplicado, deja automáticamente de serlo;
transformado como materia prima, adquiere sentido, paradójicamente –o no tanto–, en su disolución como único.

lógica de la repetición y la pulsión de muerte.
Acaso tan sólo entrevista en extraños destellos de imposible objetivación


la perfecta semejanza convirtiéndose en la absoluta diferencia. 










IIIII/IIIIII


el resto incomprensible de la realidad.
Pero ese resto oscuro que la razón no puede disolver
recibe también la denominación de fundamento de la existencia,
en un doble sentido: como origen y como sustancia.
Ese resto – del que el espectro es una encarnación– es lo cantable.



linda con eso inhóspito que se resiste y que nos constituye, ha de ser también capaz
de trazar un principio de renovación de la existencia, de cada singularidad o historia.













IIIIII/IIIIII


Las seguridades y los caminos del mundo se bifurcan, multiplican o estallan en miles de reflejos,
luces como murmullos, movimientos y metamorfosis impredecibles,

He ahí el espacio espectral.
Se sitúa, (sobre)naturalmente, muy próximo a la idea de lo inhóspito,
en la medida en que su vivencia pasa a estar totalmente condicionada por un elemento que, sin ser plenamente visible o audible, sin embargo moldea los cuerpos de una forma radicalmente física y emocional.


no solo nos permite descubrir encadenamientos sensoriomotores que nos hacen explorar nuevos territorios acústicos, visuales y topológicos,
sino que más bien con ellos –o tras ellos– se trataría de horadar las determinaciones ordinarias, desbloquear y desocultar relaciones tópicas
en las cuales operan siempre los poderes y las polillas de lo cotidiano, o de lo normativo, o de lo normalizado.
La operación espectral consiste, por tanto, en una interrupción del sentido,
para que una nueva redimensión de éste pueda tener lugar.
­­­­ Un efecto de suspensión –de suspense– que posibilita no sólo la borradura
de toda realidad presente e incluso futura, sino también la neutralización de todo aquello que la lleva a ser así.



el organismo raptado y colonizado por el vacío más poderoso.


el vacío como recipiente del sentido



Alberto Ruiz de Samaniego












I/I


hace que surja la espectralidad elemental
relacionada con la definición…

Su trabajo consiste en cultivar injertos de espectros inscribiendo huellas de fantasmas sobre la trama de general, la película proyectada que en sí misma es un fantasma.


nacido de la voluntad  de elucidar el sentimiento de obsesión,
el deseo de conversar con presencias invisibles
y de convidarlas dentro de un universo sensible a través de una esprectroscopía
y el deseo de transfigurar las sensaciones de soledad y de ausencia en calor y presencia.


confrontamos dos soledades al cuarto oscuro de ese compartimento cerrado
donde en cualquier momento podía aparecer una ausencia que debía volverse…
y desde esa confrontación lograr instaurar un juego de escritura entre la imagen y la espera
y crear las condiciones  para una reinvención de la mirada.



E incluso cuando en esa penumbra no captásemos nada, ya existiría en ese rodaje una señal fuerte: que los fantasmas son seguramente figuras demasiado reales para durar.
De lo que realmente se tratará, se presente o no el fantasma, es de acostumbrarse a ver las relaciones invisibles, inconscientes, soñadas alucinatorias fantasmales que componen la realidad, siempre espectral, artificial.
En el fondo se trata de ver el mundo de forma diferente a lo largo de esta secuencia, 
de forzar su mirada de creer querer ver de manera mística.
En el grano de la cámara térmica una señal desconocida extraña y fantasmagórica
o para los escépticos una metáfora sobre a aquello a lo que nos introduce el arte: otro estado.



llegando incluso a anticipar sus metamorfosis, fuese sensible a las manifestaciones (gestaciones) de lo invisible



Un desvío destinado a convertir a las dos fotógrafas encerradas en ese cuarto, en dos entidades también espectrales impedidas por la penumbra en su movimiento escópico instintivo
 y convirtiéndose al final en dos fantasmas muy reales más allá del luto y la melancolía


lo que suscitaba mi entusiasmo y mi impaciencia era en realidad la espera:
de hecho era la primera vez que sentía ese extraño sentimiento de la impaciencia de la espera.


La doctrina ninja otorga además especial importancia a la resistencia a la perseverancia a la capacidad de adaptación a través de técnicas como el camuflaje y también la capacidad de prever el peligro y evitarlo.
de hecho el ninja debe ser capaz de mimetizarse de demostrar su adaptabilidad y su falta de apego hacia formas fijas y rígidas.
como una ninja, casi como fantasma en el umbral de lo invisible, tomando extrañamente posesión  de mis imágenes.
Y en esas imágenes, viéndola rodar los travelling térmicos,  da la impresión de estar ella misma atravesada por los espacios que filma.





Dorothée Smith avec Hélène Louvart
Spectrographies



















imagenes Dorothée Smith
(Bodies that matter)

injerto












Una danza del inconsciente que se cuenta resonando, redundando,
coreografiándose en la fantasmagoría de sus manifestaciones físicas.

«Fantasmas inconscientes traducidos al lenguaje motor, proyectados sobre la motricidad…
Se comportan no como fósiles en el sentido trivial del término, sino como fósiles en movimiento.
Este movimiento conjuga la energía presente del gesto con la energía antigua de su memoria,
el sobrevenir de una crisis y la supervivencia de un eterno retorno.



A este respecto –paradójico– el gesto, por intenso que sea revela su naturaleza de fantasma:
es un movimiento resucitado que hace danzar al presente,
un movimiento presente modelado en lo inmemorial.



Es, en suma, un fósil fugaz
¿acaso los más bellos fósiles no son aquellos en los que reconocemos, con millones de años de separación, las formas de vida en lo que ésta tiene de más frágil y pasajero:
el trazo incierto de un ave prehistórica… follajes desconocidos como agitados por el viento y hasta las ‘ondulaciones dejadas por el agua’?»












Permite imaginar la danza como el retorno constante, en la contingencia de los gestos, de una gestualidad fósil,
cuyo prototipo vital cuyo móvil permanece eclipsado detrás de los motivos que lo desarrollan, revelándolo.


El paradigma de la desaparición de un cuerpo que, más que vivir, revive:
adornado de la cabeza a los pies de sus gestos.

La danza retrasa el referente en la suspensión de sus dilaciones gestuales, reversiones y variaciones, arborescencias, disipaciones y fluctuaciones:
un fósil vivo es un fósil que no llega a mineralizarse;
vida que no ha acabado nunca de acabar






Roberto Fratini

A contracuento












Y caer                  
las oscuras aquellas, las tupidas                              
como lágrimas.                
Y caer                  
las ardientes, aquellas de rodillas.                         
Sus nidos como lágrimas del día.                            
Sus nidos. Sí, sus nidos.                              

De tu jardín absorto y de rodillas,                          
las palabras que el vuelo refrenaban.                  
Pero aquellas oscuras madreselvas,                     
pero aquellas tupidas golondrinas,                        
pero aquellas cuajadas de rocío.                            

Volverán del amor a tus cristales                            
aquellas como lágrimas del día                
en tu jardín ardientes a sonar,                 
y otra vez a la tarde las oscuras               
sus flores abrirán.                          
Pero mudo y absorto de rocío,                
como se adora el ala al contemplar                       
y caer.                 

Llamarán las oscuras, llamarán.               
Y otra vez con el ala                      
en tu balcón los nidos.                 
De tu jardín las tapias.                 
Volverán, las tupidas, volverán.                              
Pero aquellas ardientes, pero aquéllas.                              

Las lágrimas ardientes a escalar,                             
las palabras cuajadas, las palabras.                        
Y caer, como nidos                        
de tu jardín absorto ante el altar.                           
Madreselvas, ardientes golondrinas,                   
aquellas madreselvas.                 

Tu corazón, aquellas,                   
nidos, balcón, aquellas,                              
aquellas golondrinas.                   
Pero mudo y absorto,                  
pero aquellas rodillas.                  
Rodillas, tapias, tapias.                

Las oscuras, oscuras                     
las tupidas, tupidas.                      
Pero mudo y absorto.                  
Golondrinas,                    
golondrinas.                     
De tu jardín las tapias a sonar.                 

Y caer, como lágrimas del día.                  
Pero aquellas ardientes de rocío                            
nidos                   
balcón,                
jardín,                 
gotas,                  
tapias,                 
vuelo,                  
día.                       

Ala,                       
cristales,                            
corazón,                             
altar,                    
nombres,                          
sueño.                
Llamarán, llamarán, llamarán.                  

Volverán,                          
volverán,                           
¿volverán?                        
No, no, no, no, no.






Juan Eduardo Cirlot

Homenaje a Becquer, I














El cine permite así cultivar lo que podríamos llamar “injertos” de espectralidad,
inscribe rastros de fantasmas sobre una trama general, la película proyectada, que es ella misma un fantasma.
Memoria espectral, el cine es un duelo magnífico, un trabajo del duelo magníficado.
Los cuerpos injertados de estos fantasmas son la materia misma de las intrigas del cine.




Jaques Derrida














Dziga Vertov