endurance












—Quisiera saber lo que busca

—Yo también quisiera saberlo

—Esa ignorancia no es demasiado desenvuelta?

—Siempre estamos dispuestos a creernos destinados a lo que buscamos por una relación más intima más importante que el saber.
El saber borra a quien sabe.
La pasión desinteresada la modestia la invisibilidad: he aquí todo lo que corremos el riesgo de perder sin si quiera saberlo.


— Pero también perdemos la certidumbre, seguridad orgullosa.
Tras la cara personal, y como borrada del sabio está la llama terrible del saber absoluto.


— Quizá, esa llama no deja de brillar allí donde hay ojos, incluso la veo en los ojos sin mirada de las estatuas.
La incertidumbre no basta para hacer modestos los intentos de los hombres.

Están los que buscan con la frivolidad de encontrar, incluso sabiendo que encontraran, casi necesariamente, otra cosa que lo que buscan.
Están aquellos cuya búsqueda, precisamente carece de objeto.


— Recuerdo que la palabra encontrar en un comienzo, no significa absolutamente encontrar en el sentido del resultado práctico o científico.

Encontrar es contornear, dar la vuelta, ir entorno a:
Encontrar un canto es contornear el movimiento melódico, hacer que dé vueltas, que ande, 
aquí ninguna idea de meta y menos todavía de detención. 
Encontrar es casi exactamente la misma palabra que buscar, lo que quiere decir dar vuelta a…


— Encontrar, buscar, ir en torno a.
Sí, son palabras que indican movimientos pero siempre circulares, como si la búsqueda tuviese el sentido de flexionarse necesariamente al dar vueltas. Encontrar se inscribe en esta gran bóveda celeste que nos dio los primeros modelos de lo movedizo, inmóvil.
Encontrar es buscar en relación con el centro que es propiamente lo imposible de encontrar.


— el centro permite encontrar y dar vueltas, pero el centro no se encuentra. La búsqueda tal vez sería esta búsqueda temeraria que siempre quisiera alcanzar el centro en vez de contentarse con actuar, respondiendo a su referencia.
— el centro como centro siempre está a salvo.


— Por lo tanto el centro sería de la misma índole que el error.
Errar es dar vueltas y más vueltas. Abandonarse a la magia del desvío.
El extraviado, aquel que salió de la custodia del centro, da vueltas alrededor de sí, entregado al centro y ya no custodiado por él.




— Mas exactamente da vueltas en torno a… verbo sin complemento. No gira alrededor de algo, ni siquiera de nada. El centro ya no es el aguijón inmóvil, esa punta de abertura que libera secretamente al espacio  del andar. El extraviado va hacia adelante y está en el mismo punto, se agota en desandar sin andar, sin permanecer.


 Y no está en el mismo punto, aunque esté en él. Algo que debemos considerar: el retorno borra la partida, el error es sin camino, es esa fuerza árida que desarraiga al paisaje, devasta al desierto, abisma al lugar.








 Un andar en la regiones fronterizas y en la frontera del andar. Sobre todo un andar que no abre ningún camino y no responde a ninguna abertura.

El error designa un espacio extraño en el que el movimiento esconderse mostrarse de lascosas ha perdido su fuerza rectora. 

Allí donde estoy por error no impera la benevolencia de la acogida ni el rigor, también tranquilizador, de la exclusión.


—la exclusión tiene lugar en un mundo cerrado, donde, por el juego de cuatro ángulos que lo parte sin tregua, el ser del destierro sin embargo vive como afuera. El destierro bíblico es esencialmente esta salida y este reconocimiento del afuera en donde se origina la alianza.

El error a mi parecer, no cierra ni abre. Nada está cerrado y sin embargo, no hay ningún horizonte, no está limitado y no está a cielo abierto. El espacio de nieve evoca el espacio del error.


—por el error, usted dice que las cosas no se muestran ni se esconden, dado que todavía no pertenecen a la región donde cabe desvelarse y revelarse.





— Más bien diría: el error es esta  obstinación sin perseverancia que lejos de ser afirmación severamente continuada, se persigue desviándola hacia lo que no tiene nada firme.
La verdad disiparía el error en caso de encontrarlo pero hay una especie de error que arruina de antemano todo poder de encuentro.
Probablemente error sea esto: ir fuera del encuentro.

El hablar y el error están en familiaridad.
Las palabras están en suspenso. Este suspenso es una oscilación muy delicada, un temblor que no las deja nunca quietas.


— sin embargo también están inmóviles


sí, con una inmovilidad mas movediza que todo lo movedizo. La desorientación está obrando dentro del habla por una pasión de errar que no tiene medida. Por esto sucede que al hablar abandonamos todas las vías y todos los caminos, igual que si hubiésemos pasado la línea.


—Pero el habla tiene su camino propio, da un recorrido. En ella no estamos desviados sino a lo sumo en relación con las vías de la frecuentación.


—Y todavía más, como si estuviésemos desviados de lo visible sin estar en la vía de lo invisible.
Hablar no es ver. Hablar libera el pensamiento de esta exigencia óptica que, dentro de la tradición occidental, somete desde hace milenios nuestra aproximación a las cosas y nos invita a pensar bajo garantía de luz o bajo amenaza de ausencia de luz.


—En cada palabra todas las palabras


—Queda que hablar como escribir nos  introduce en un movimiento separador, una salida oscilante y vacilante.








—También ver es un movimiento.


— Ver sólo supone una separación medida y medible. Ver, sin duda, siempre es ver a distancia, pero dejando que la distancia nos devuelva lo que nos quita. 
La vista se ejerce, invisiblemente, en una pausa dentro de la cual todo se retiene. Primero, sólo vemos lo que se nos escapa en virtud de una privación inicial, porque no vemos las cosas muy presentes ni tampoco si nuestra presencia en las cosas es apremiante.



—Hay una privación hay una ausencia merced a la cual se realiza el contacto, aquí el intervalo no impide sino que al contrario permite la relación directa. Toda relación de luzes relación inmediata.


—Por lo tanto ver es captar inmediatamente a distancia. 
















diálogo inconcluso si Maurice Blanchot hubiera vuelto 
sobre lo que Ernest Shackleton diría a Frank Hurley 

No hay comentarios:

Publicar un comentario