Último en hablar
Daniel Franco
Para la exposición colectiva ENTROPIA.
15 de julio – 19 de agosto, 2016. CMAE, Aviles.
Comisario: Jaime Rodríguez.
Participan: Antonio Navarro, Avelino Sala,
Axial (César Naves & Jaime Rguez),
Begoña Muñoz, Blanca Prendes,
Daniel Franco, Emma Bi, Gema Ramos,
Paco Nadie, Roman Corbato,
Uh513 (Maria Castellanos & Alberto Valverde).
Textos: J Carlos Aparicio Vega.
El modo en que las vanguardias firmaban sus
manifiestos.
En
el reverso de notificaciones que llegaban de cuentas bancarias.
Aún
había notificaciones, había vanguardias.
No harás un gesto que no sepas hacer,
que
no tengas la capacidad o la autoridad para hacerlo.
Según:
Yves Klein sería entonces un fanfarrón, sin embargo, Michael Asher se habría
cuidado de pasar algo inadvertido.
Como Paul Celan, que nos daba a percibir el
estrechamiento, el retraimiento del sitio en que nos encontramos, por y en el
mismo hecho de estar leyendo —la mirada, el cuerpo— hasta hacerse un hilo —del diantre, añadirá César Vallejo.
P e r o n o q u
i e r a s
s e p a r a r e l N o
d e l S í,
nos
piden, se lo piden a Schrödinger y otros físicos,
por caridad.
Convocaría igualmente al resto de artistas
participantes, renunciasen a exponer en ENTROPÍA en el CMAE de Avilés, mas estando
ya las obras instaladas.
El
público había firmado su renuncia hace tiempo, las instituciones también:
quedaban
ellos nada más.
¿En qué se diferencia un gesto, de una obra;
un
gesto, meramente, de una acción;
la
decisión inicial —aceptación/renuncia—, frente al aparato conceptual;
el
pensamiento, frente a la impronta; en qué se diferencian?
Si
la entropía se parece demasiado a la indiferencia
Cesión de espacios.
Gracias.
La
visibilidad no da de comer.
Luego
cesan los espacios.
I/IIII
Qué debe entonces uno esperar frente a un hecho artístico, de
qué manera debe esperar, o si es suficiente esperar y qué es la espera, a qué
expectativas remite. Hasta cuándo debe uno esperar o llevar esta espera como
espera. Y si, frente al acto de esperar, había yo dado los pasos decisivos. De
manera que la espera no es pasiva: es una espera en la que uno da pasos
decisivos.
La obra conlleva un pensamiento inmóvil cristalizado al lado
del cual nuestros pensamientos resultan ligeros y caprichosos. lograr el
equilibrio, la transmutación del pensamiento al que llama inmóvil, grave y
solitario/ intercambiaríamos con los nuestros que se expresan con tanta
ligereza / pensamiento último, que abarca toda la muerte en un solo elemento
tenido como pensamiento.
Cómo podría alguien que se acerca en calidad de público,
mantenerse en el plano de la renuncia, si por el mero hecho de haber entrado en
tal espacio se encuentra ya excluido, sin acceso; mientras que alguien que no lo haya hecho, que activa o
pasivamente haya renunciado a entrar, estaría en conformidad más directa con el
gesto o en una disposición semejante.
La amenaza consiste en que uno se siente no solo vigilado
sino que quien vigila es uno a sí mismo.
Cómo gestionar el grado de atención que la obra requiere. Cuál
es el grado de atención que requiere una obra y cómo la falta de atención puede
ser salvaje o recuperar a través de ella un estado salvaje. O su estado salvaje
cuál seria.
Generar espacios en los que uno se sintiera más expuesto / más
protegido
Y si esta mayor exposición conllevase la oportunidad de experimentar
una realidad sobredimensionada o la sobredimensionadidad de lo real sobre la creación
de realidades
II/IIII
¿Hay otra disposición otro lugar, desde donde pueda llegar
la información, distinto de la atención y el aprehender o apresar / que sea
incluso otra cosa que información o datos / al ser recibida de otro modo /
transición transitivo / de placer de
roce de inesperado de paso de pérdida / de dejar dejarse: es eso aun información / una posible información como
abandono / derrelicta / deriva?
III/IIII
»El significado que se quiere transmitir no cuenta tanto como
el número de alternativas necesario para definir el hecho sin ambigüedad
»La cantidad de información crece cuando todas las
alternativas son igual de probables o cuanto mayor sea el número de alternativas
»Una fuente es aleatoria cuando no es posible predecir cuál
es el próximo mensaje a emitir por la misma. Una fuente es estructurada cuando
posee un cierto nivel de redundancia; una fuente no estructurada o de
información pura es aquella en que todos los mensajes son absolutamente
aleatorios sin relación alguna ni sentido aparente
»Este tipo de fuente emite mensajes que no se pueden
comprimir; un mensaje, para poder ser comprimido, debe poseer un cierto grado
de redundancia; la información pura no puede ser comprimida sin que haya una
pérdida de conocimiento sobre el mensaje
»Extrema tensión del lenguaje
»Rigor no verbal que
no estaría destinado a aportar sentido
»Más allá de lo que
puede convertirse en canto
»A qué tiende este
lenguaje?
»Hablar- mantenerse
tras la reja a través de la cual se promete/ rechaza la libertad del afuera.
»Creerse provisto de esta reja, esperar que habría
algo que descifrar
IIII/IIII
»Me gustaría mucho que te confundieras con ella o por lo
menos que la anunciaras, tú que acechas, más allá de lo que acaece, lo que no
acaece. ¿Eres lo negro que poco a poco perece y permite por un instante la ilusión
de ver claro? ¿Eres solamente la paciencia que me prepara para ello y me prepara también para renunciar a ello? ¿Se atenúa ese punto negro que llamamos
cielo, que sin cesar retrocede? ¿Es eso todo lo que me quedaría del negro vivo
donde me he extinguido? Eso es poco. ¿Y tú, combates para mantenerlo o para
disiparlo? ¿Para anunciar la evidencia que le sucede o para denunciarla?
»El rechazo —se dice—
es el primer grado de la pasividad — pero aunque sea deliberado y voluntario,
aunque exprese una decisión, incluso negativa, no permite todavía zanjar acerca
del poder de conciencia, quedando como mucho un yo que rechaza. Es cierto que
el rechazo tiende a lo absoluto, a una suerte de incondicional: es el nudo del
rechazo que torna sensible el inexorable «yo
preferiría no (hacerlo)» de Bartleby el escribiente, una abstención que no
ha tenido que ser decidida, que precede a cualquier decisión y que es más que
una denegación, antes bien una abdicación, la renuncia (nunca pronunciada,
nunca aclarada) a decir algo —la autoridad de un decir— o así mismo la abnegación
recibida como el abandono del yo, el desistimiento de la identidad, el rechazo
de sí que no se crispa en el rechazo sino que abre al desfallecimiento, a la
pérdida de ser, al pensamiento. «No lo haré» habría significado todavía una determinación
enérgica, reclamando una contradicción enérgica. «Yo preferiría no…» pertenece a lo infinito de la paciencia, no
dando pie a la intervención dialéctica: hemos caído fuera del ser, en el
terreno del afuera en donde, inmóviles, caminando con paso igual y lento, van y
vienen los hombres destruidos.
»Busco a aquel que diría no. Pues decir no es decir con el resplandor que el «no» está
destinado a preservar.
Maurice Blanchot
El último hombre
La escritura del desastre
Me alegro que hayas vuelto. Como siempre, tus textos los tengo que leer varias veces detenidamente -y ahora no lo estoy haciendo- para llegar a entender algo -mea culpa-. Volveré
ResponderEliminar»El significado que se quiere transmitir no cuenta tanto como el número de alternativas necesario para definir el hecho sin ambigüedad
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